GROOMING Monstruos de la era digital 4.0

De acuerdo con la definición entregada por la Unicef el año 2014, “Se llama GROOMING a la acción deliberada de un adulto de acosar sexualmente a un niño o niña mediante el uso de Internet. Siempre es un adulto quien ejerce el grooming”.

El Grooming, tipificado como delito en Chile desde el año 2011 a través de la ley 20.256, es la conducta relativa a abuso sexual de niños, niñas o adolescentes, cometida por adultos, quienes, en una primera etapa, se hacen pasar por menores de edad para engañar al menor de edad y ganarse su confianza, a través de internet, por medio de videojuegos, Instagram, Facebook u otros medios digitales.

Si bien la ley 20.256 que incorporó, entre otros delitos relativos a la protección de la indemnidad y libertad sexual de los menores de edad, tales como el almacenamiento de pornografía infantil y en el caso que nos convoca, el grooming, ella data del año 2011. Sin lugar a duda, a partir de marzo de 2020, producto de la pandemia mundial provocada por el COVID-19, donde nos vimos en la obligación, en el caso de los adultos a teletrabajar desde nuestros hogares y en el caso de los niños a asistir a clases de manera telemática, a través de plataformas “no tan seguras”, como Zoom o Gmeet, se incrementó de manera exponencial los casos de grooming alrededor del mundo. Para muestra un botón, a sólo días de decretarse el confinamiento en España e Italia, las descargas de pornografía infantil se incrementaron en un 25% (21.000 en 7 días).

Según datos de BBC Mundo, entre el 1 de marzo y el 15 de abril de 2019 en Italia se denunciaron 83 delitos por crímenes relacionados con la pornografía infantil en línea. En el mismo periodo de este año- que coincide con el de la cuarentena- las denuncias han sido 181, más del doble. De igual forma se detectó que la edad de los menores abusados bajó al rango que va entre los 11 a 13 años.

Hasta marzo del 2019 la duda era “cuanto tiempo y desde que edad nuestros hijos deben tener acceso a las pantallas digitales”. Diversos estudios indican que lo ideal es que nuestros hijos NO tengan acceso a pantallas digitales, no tengan redes sociales hasta al menos los 16 años y, por cierto, que el tiempo que pasen frente a las pantallas sea de utilidad y no deslizando el dedo para ver dos mil fotos de perritos. Existen también quienes indican que, al ser nativos digitales, tienen un “talento” o desarrollo distinto, que los habilita para realizar multitareas y otras actividades para las cuales los “adultos” no estamos preparados. Lo anterior más bien obedece a opiniones, muchas veces financiadas por compañías fabricantes de pantallas o bien de juegos en línea, pero no es el momento ni el lugar para entrar en esa discusión.

Lo relevante es que luego de la pandemia, se produjo una mayor dependencia y porque no decirlo, adicción a los dispositivos móviles por parte de los menores de edad, chateando con amigos o bien jugando algún juego en línea, en donde, además, existen chat de los participantes de tales juegos. Lo peligroso acá es que, precisamente y según veremos, ese es le modo de actuar del pederasta digital o groomer, precisamente “el hacerse pasar por un amigo de la edad del menor atacado” es su primer paso en la comisión del delito, en donde busca ganarse su confianza a través de lindas palabras o incluso enviándole regalos una vez que sabe su dirección real.

ETAPAS DEL ENGAÑO DEL PEDERASTA DIGITAL

Los adultos que realizan esta práctica, se les denomina Groomers, quienes para concretar el delito, se hacen pasar por menores para contactarse con ellos y en una primera etapa, ganarse su confianza, para que les envíen fotos o vídeos de ellos, de contenido sexual, bien sean desnudos o actos sexuales explícitos, para luego, proceder a través de amenazas, a chantajear a sus víctimas para obtener más imágenes o videos o bien, en el peor de los casos, lograr reunirse personalmente con sus víctimas.

Si bien los términos “pedófilo” y “pederasta” suelen emplearse como sinónimos, no lo son. El Pedófilo tiene como objeto del deseo o aquello que le provoca atracción sexual, son los niños, niñas o adolescentes (NNA). Si bien normalmente busca el contacto con menores, para así satisfacer su deseo, recurriendo a videos o fotos, no concreta un acto sexual de manera presencial con su víctima. Al contrario, el pederasta reúne las características del pedófilo, pero a diferencia de él, si concreta el abuso sexual de manera física o carnal con menores. Este tema lo desarrollaré en otra columna, puesto que existen Pedófilos y Pederastas digitales, dado que el abuso sexual puede ser incluso cometido de manera digital, según lo veremos.

Para poder dimensionar el peligro de los groomers, debemos entender que se trata de ciberdelincuentes que actúan de manera organizada, quienes incluso poseen “manuales de actuación” para acosar a sus víctimas. Actúan de manera individual o a través de las llamadas “manadas”, es decir, a través de grupos organizados, en donde atacan a sus víctimas a través de las Redes Sociales o WhatsApp, compartiéndose los datos de ellas y de esa forma, logran acosarla y vulnerar su voluntad para poder obtener imágenes y videos de contenido sexual de los menores.

Como señalé, en una primera etapa, el groomer se hace pasar por un menor de edad, usando nombres de menores, con fotos falsas o bien con un avatar y nombre, en algunos casos, de anime o manga. De esa forma logran conectar con el menor, con quien han generado un primer contacto a través de un chat de algún juego en línea como por ejemplo Roblox o Fortnite o bien a través de Instagram o Facebook.

Luego de esa fase, donde logran generar un lazo de confianza con el menor, saben cuáles son sus gustos, horarios, colegio al cual asisten, nombre de los demás integrantes de la familia, amigos, entre otros datos relevantes, solicitan al menor que les envíe una foto de ellos desnudos, para lo cual, generalmente ellos primero comparten una foto de ese tipo, señalando que “fue un error de envío”, pero que como ellos ya lo hicieron, ahora el menor debe hacer lo mismo. Otras veces, derechamente los groomers comparten un video de carácter sexual o fotos de alto contenido sexual y amenazan al menor, señalando que, si no hacen lo mismo, los acusarán a sus padres y además lo harán público a través de las redes sociales.

Ante lo anterior, el menor violentado, que no tiene las herramientas emocionales ni el desarrollo psicológico para poder dimensionar lo ocurrido, accede al envío. Debemos comprender que generalmente las víctimas de abusos sexuales, incluidos los mayores de edad, pasan por una etapa de miedo y negación frente a al abuso sufrido, no contándole a nadie que fueron víctimas de un abuso, por temor a ser reprimidos, castigados o humillados.

Incluso algunos Groomers solicitan a sus víctimas que incluyan a sus hermanos o amigos de misma edad en las fotos o videos, generando así material de explotación sexual infantil (MASI) que es difundido entre sus contactos o bien vendido en la dark web (web profunda, donde se comercializan armas, drogas y pornografía infantil, sin control de la autoridad), produciéndose de esa forma una vulneración aun mayor a los menores abusados.

Una vez que el Groomer obtiene lo que buscaba o es descubierto por un adulto, simplemente desaparece y es muy complejo rastrearlo, dado que, si bien no son expertos en materia relacionadas a la informática, saben perfectamente como ocultar su identidad y ubicación, usando VPN dinámicas u otras herramientas que hacen imposible rastrearlos. Por lo anterior, lo relevante hoy en día es el auto cuidado, conversar con nuestros hijos y hacerles saber los peligros de internet y como deben reaccionar frente a un desconocido. Saber que redes sociales usan, quienes son sus contactos o “amigos” en ellas. Muchas veces los menores de edad usan más de un perfil en las redes, siendo algunos de ellos falsos, para así saber que dicen de ellos sus amigos o contactos con quienes se relacionan.

Lo ideal es que los menores no tengan acceso a las pantallas digitales, pero en esta era digital, eso es casi imposible. Si las usan y tienen redes sociales, los padres deben tener acceso a ellas y conocer cómo se relacionan y desenvuelven. En esta materia, respecto de los menores, no existe la privacidad frente a sus padres. Además, los menores deben sentirse lo suficientemente tranquilos y confiados en que los padres o el adulto a su cuidado, siempre estará ahí para escucharlo y protegerlo, pase lo que pase, y que puede acudir a él en caso de cualquier problema.

El groomer, al tratarse de una perversión y patología, no tiene ningún tipo de remordimiento respecto de los actos que realizan, cosificando a sus víctimas para satisfacer sus necesidades y si no lo logran, van por otras víctimas, la red está llena de menores que navegan sin el cuidado de sus padres, por lo que es clave protegerlos frente a tales amenazas y peligros de la era digital.

Lo importante es educar y culturizar digitalmente no sólo a nuestros menores. Es necesario que, como padres, sepamos que redes usan nuestros hijos, sus contactos, explicarle que no solo tiene beneficios el uso de internet y su infinita capacidad de entregar información y entretención, pero que también tiene un lado dañino, peligroso para su persona y bienestar. En definitiva, entregarles las herramientas necesarias para que sepa enfrentar un ataque de un depredador sexual, hoy llamado Pederasta Digital.